Desarrollando un Paisaje de Sí Mismo


Paradais, por el fotógrafo Quique Cabanillas, es su primera monografía con imágenes originales, capturadas a través de los últimos cinco años. En este libro de 32 páginas con un tamaño de medio papel regular, Cabanillas usa fotos personales y comerciales dentro de un mismo cuerpo de trabajo, explorando la idea de utopía en el caribe, sus formas de representación, y cómo se vive dentro y fuera de ella mientras se cuestiona su existencia.


El título en sí contiene varios niveles de significado que forman un punto de partida conciso para enmarcar las imágenes dentro del libro. La palabra Paradais puede evocar varias dinámicas presentes dentro del contexto de una isla-colonia hispanohablante en el caribe (Puerto Rico) bajo el dominio de un imperio anglohablante, y cómo estas dinámicas afectan el paisaje y sus representaciones. Paradais existe como un tipo de onomatopeya- haciendo referencia al término formal en inglés “paradise” (paraíso), pero leído en voz alta por alguien que solo habla en español; así sustituyendo la palabra original con un texto coloquial que conlleva un peso semiótico. ¿A qué se refiere con usar esta versión de la palabra? Podríamos verlo como una paradoja lingüística, una que presenta las ideas que separan la palabra por sus respectivos lenguajes pero a la vez presenta una visión unida que se acerca más a lo que nos presenta el autor.

En su secuencia general el libro insinúa un cuento dentro de otro: comenzamos con un retrato de la espalda de un individuo, tatuado y con señales de vejez, con poca profundidad de campo pero con suficiente foco para prender la intriga del lector. No volvemos a ver este personaje hasta la última página, después de una secuencia de estampas caribeñas como la playa y de caribeños en, y en momentos, fuera de su ambiente natural. Pero esta vez vemos su cara, con una barba blanca, arrugas, y más tatuajes. Se convierte en una estructura narrativa, con elemento cinemático, pero sin trama. Las imágenes que componen la mayoría del libro nos dan una idea en sentido de un “lugar”, como el autor piensa sobre ello, y como capturar las representaciones de este mismo o como un personaje puede llevar este lugar cuando no está dentro de ello.

Hay una atención a detalles que componen una imagen del macro desde adentro hacia fuera (las bolsas de papitas guindando de un techo de zinc / el retrato de un aguacate grande). El fotógrafo presenta sus interacciones con el paraíso y las representaciones de este a su alrededor. Dirige nuestra vista hacia los elementos peculiares y específicos en sus incongruencias implícitas (un inodoro sobre el techo de una casa derrumbada / las máquinas de jackpot en una panadería rodeadas de placas de cervezas americanas), además de las conexiones visuales directas entre ellos (una parada de guagua en una carretera rural / un arco de tela para una boda en la playa). Las estampas crean una narrativa suelta dentro de un contexto retrospectivo o “flashback”. Como resultado, veo dos posibles guiones: 1. El autor presenta el viaje o momentos de la vida del individuo, capturando el paisaje como la biografía de este hombre. 2. El autor es o se identifica con este individuo; compartiendo estas imágenes como eventos colectivos entre los dos pero a la vez separados. Ya que tengo la bendición de conocer al autor (quién es más joven pero igual de tatuado), tomo mi apuesta por el segundo.

Detrás de la portada del libro y antes de la primera imagen (retrato de la espalda), una imagen nos pone dentro de un marco entre lugares y tiempos- nos confirma un tiempo fuera de tiempo y un lugar entre lugares que conlleva este libro. Una mesa verde al frente de una pared del mismo color, con poco contexto del ambiente o localización geográfica, llena el marco con un árbol que lo atraviesa en su centro, con ningún punto de referencia en cuanto su altura y estado. Con esta foto, Cabanillas nos invita a un compuesto de tiempos aplastados. Al primer instancia me pregunté ¿Cómo ocurrió esto? ¿El árbol creció debajo de la mesa hasta al fin romper la materia del objeto en su vía para seguir su paso natural? ¿O alguién construyó la mesa alrededor del árbol ya fuerte y crecido? Ninguna de las anteriores. En fin, los dos ocurrieron en su propio pasado (o futuro) y ahora conviven dentro de esta imagen, dentro las imágenes de este [lugar]. Cuando consideramos la historia, los eventos políticos, a la evolución de una comunidad y cultura como resultado de estos, el autor presenta Paradais como estar parados en este marco de la puerta. Una puerta entre lo que debería ser la realidad y el imaginario que impone el extranjero sobre la isla. El marco o [lugar] que nos presenta Cabanillas a través de su lenguaje visual es su Paradais personal. 

Aunque en el idioma inglés el término onomatopœia significa "la imitación de un sonido", la palabra compuesta onomatopœia -ὀνοματοποιία- en el idioma griego significa "hacer o crear nombres". De forma muy concreta, el paisaje que nos presenta Cabanillas es el resultado de imitaciones fallecidas que forman parte de su narrativa. Pero estas imágenes presentan un cariño (como en las imágenes variadas de la playa y los personajes vestidos con la bandera Puertorriqueña), y en momentos una nostalgia (camisa de “I Love New York But my Roots -R- in Puerto Rico), que siente el autor hacia lo que conoce como su propio paraíso- con todo y sus defectos. En parte esto refleja el espíritu de “bregar” o la “bregaera”: el proceso constante de adaptarse y usar lo disponible para enfrentar las situaciones. Al fin y al cabo, Cabanillas está retomando el uso de la palabra en inglés y haciéndolo suyo- creando un nombre propio. Reconociendo el imaginario extranjero/visitante en acción con el paisaje y su identidad, pero siendo realista al no presentar un paraíso idealizado para su comunidad o uno “puro” que no existe, Cabanillas captura el Paradais que él conoce y añora.

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